AFEVOLOS, “HELOS VOS AQUÍ”
Del
Aguilar, lugar alto donde anidan las águilas, en Sierra Bermeja, donde un dios de rostro
largo y afilado está emperezado por hallarse cómodo tocándose su nariz fina y
algo corva, después de haber creado la gusanera de la Tierra y los Océanos y a
esos bichos espantosos y raros que son el hombre y la mujer que tienen el
órgano de amor justo al lado de la caca, y de quienes está hasta los cojones,
que por eso ahora cose, borda, hace ojetes donde coloca brújulas de marear, que siempre indican la punta más meridional de
Africa, en la Colonia del Cabo, y, a veces, su pez de paladar, alto de agujas,
en su boca, como cuando el perro se relame su cipote, baja Incubo, demonio carnal que tiene
comercio con alguna mujer o hembra bajo la forma de varón o de perro, agujetero
y agujoso.
Es
un pericón, que hace a todos los puestos, y desciende, como él mismo dice, de
una perrrada de Agulo, en la isla de Gomera (Canarias), y de los que están en el calcañar de las imágenes de santos,
que, en los confesionarios, aguzan los colmillos. Se siente orgulloso cuando hace resonar,
golpeándole, el vientre de la perra que monta, Súcuba, diablo en forma de
mujer, con quien se encontró en la Gran Vía de Madrid frente al edifico de la
Telefónica. Juega con las hembras si fueran peces tropicales. Le gusta escuchar
que digan de él los otros: “Qué ladrido nos acaba de dar el compañero”.
Al
pie de este Aguilar, crecen plantas perennes de flores rojas, azules, moradas y
blancas. También, campanilla, maravilla, manto de la virgen.
Es
amigo de Agynio, cierto perro partidario del celibato, aunque sabe de buena
tinta que es bipolar, pues tiene un ladrido “agur”, que usa para despedirse
moviendo la cola, y a quien también le
gusta Súcuba, pues ella tiene una hendidura, ora para pasar una chaveta, ora una rosca para
asegurar una tuerca. Es de dos aguas.
También,
baja su amada perra Súcuba, perra que, entendido tengo, es alabada en toda
junta por canes y hombres celebrada, pues su culo es un alfiletero o canuto
para guardar agujas, y cría agustinas en la vagina, especie de anémonas
tricolores hechas de mosto cocido con harina y especias, según la defecación
hecha y comparada por los más doctos padres de la iglesia, dando éstos pasto
espiritual a mamíferos roedores de las
almas.
Incubo
y Súcuba son sinónimos de dos cuerpos diferentes: la esmeralda y el apatito. ¡Qué
cantidad de sarro y espuma emplea Incubo
en calzar la raja de Súcuba cuando mete la punta de color ceniciento,
negro y blanco, que así es su rabo, haciendo aguda una sílaba silababeando.
Han
llegado gentes de Córdoba, de Navarra, de Teruel, de Guadalajara, de Burgos, de
Palencia, de Valladolid, de Logroño, de Soria, de Barcelona para ver y escuchar
el toque de trompeta en la milicia del sexo perruno para cabalgar amor de perra,
y ver cómo ensarta el perro el ojete o agujero que le está destinado. Han
llegado con sus hijos y parientes, recordando aquel lance del que salieron
vivos de milagro cuando Lucifer, Incubo y Súcubo, de cráneo tirando a redondo,
de dedos cortos, estrella de la mañana y de la tarde, príncipe de los ángeles rebeldes y querubes,
aves heráldicas con el pico y las patas de distinto color que el resto del
cuerpo, quiso montarse al obispo de
Calahorra, que estaba en brasas o como sobre brasas en el Valle de las Batuecas,
en Salamanca, justo en el período o
intervalo en que el demente tiene libre y expedito el uso de la razón.
-“Su picha, la del perro, dice Lucifer, obispo
cismático de Caller en Cerdeña, que pasaba por allí, ha echado el güin y la
goma que de ella se extrae, sembrando el trasero de la perra de pelillos
amarillos, en el período de tiempo en que luce la liberalidad del esplendor, a
través de una de las corrientes marinas del Océano Atlántico, Corriente de las
Agujas, así llamada por batir cerca del cabo de Agujas, apretando una cosa con
otra.
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SOY PAN, SOY TODO
Tatiana Doronina
En la fuente caudalosa de
Aretusa, en Siracusa
Donde crecen papiros
Plantas aromáticas
originarias de Egipto
Muy conocidas por sacarse
el papel
De las membranas que
envuelve el tallo
He tirado una moneda de a
50 céntimos
Moviendo el agua con el
dedo índice
De mi diestra mano
Haciendo círculos y, en el
agua, dibujando
Un picadero de equitación
rodado
Intentando adivinar
pensando
En esta ninfa del
Peloponeso
Que despertó tan violento
deseo de fornicar
En Alfeo, dios de cuyo río era Señor
Que, al querer atraerla
por los pelos
En dirección o sentido
A la inclinación del pelo del
deseo sexual
Cual barquero maricón de
góndola
Sobre las olas folladas
En especie de calzones
anchos y huecos a modo de fuelles
Su Eros, deseo sensual
Surgiendo con alas de
esperma de sus huevos primordiales
Rompía las olas del mar con
su pene
Monstruo perfecto como el
del dios Pan
Que, incluso cuando dormía
Se mantenía constantemente
erecto
Que por eso, la joven Io
Muchacha amada por Zeus
Jodedor empedernido como
todos los reyes habidos
Bajó al soñado río
convertida en ternera
Por culpa de Hera, celosa
esposa de Zeus
Y antiabortista
Quien le envió un terrible
tábano
Que martirizaba sin cesar sus
flancos
Enloqueciendo por sus
picaduras
Y teniendo que huir sin
descanso por todo el mundo
Como cantan los poetas
Siguiendo los itinerarios
de “Sí al Aborto”
La cual, desnuda,
consiguió calzarse a Alfeo
Sembrando los ojos de su
amado
Con plumajes de saliva
Mientras Argo, el perro de
Ulises
Ladraba tan emotiva
penetración
Que hizo despertar a Alfeo
Quien lo primero que vio
Fue al primer satélite
labiado del planeta Júpiter
Que luego bautizaría
Galileo con el nombre de Io
Haciendo todo esto que
Aretusa
Escapara y se sumergiera
Echando sus pelillos al
mar
Hasta que Artemisa, diosa
orgullosa y ariscas
Portentosa divinidad
La metamorfoseó en fuente
Fuente sobre cuya agua
ahora yo veo a Aretusa y Alfeo
No como a Adán y Eva y su Edén inventados
Pampirolada o sandez
De un cuento chino de la
mitología hebrea
Si no convertidos en King
Kong
Persiguiendo a la mona
Chita
Sobre la sabana verde, las
ramas de los árboles
Y cientos de arbustos
leguminosos
Con intención de meter su
divinidad erecta
A la bien aparecida Chita
Que tiene el pelo de la
dehesa como Artemisa
Y, cual Aretusa abierta de
piernas sobre tierra
Para reaflorar a King Kong
desflorando
Arrojando el “mono” sobre
su vientre y cara
Múltiples espermatozoos
cual pececillos
Por todo el cuerpo
Que me hicieron despertar
de esta adivinación
Al sentir cómo mi amigo,
cura de parroquia
Con el que había venido a
Siracusa
Me apretaba por detrás
Jadeando sobre mi cogote
Orgulloso de decirme a la oreja: “Pelo-pon-eso”
Sintiendo yo en el culo
esa gordura emblemática
Que saca el pavo real
Contestándole yo: “Amigo
sa-cerdo-te”
Al pan pan y al vino vino
Y el muy cabrón
respondiendo:
“Por el culo te la hinco”
La fuente arrojando su
agua como si nada
Y yo, sintiendo una de las
brasas del Irilo
A la orilla de la ciudad
de Pelusa
Donde Siringe toca la
flauta de Pan
Haciendo sonar el verso de
Víctor Hugo:
“Soy Pan, soy Todo
¡Júpiter, arrodíllate¡
-Daniel de Cullá