Jacqueline Montero: nueva cara de mujer hacia el Congreso Nacional
En el Poemario “Los Humildes”, del bardo dominicano Federico Bermúdez, poeta social, así llamado, se incluye un poema que trae por título “Del Estercolero”, cuyo contenido va en dirección a una mujer que la sociedad, previamente, le abre las puestas, para que se prostituya, pues le niega toda oportunidad de tener una vida digna y decente dentro de la sociedad. En su lírica visión sobre esta realidad, el poeta dice:
Hija infeliz de la infernal miseria, / Huérfana triste en la primera aurora,
En el ampo primero de la vida/ Sintió el fracaso de las alas rotas!…
En estos versos el poeta Bermúdez describe fases que son previas a la decisión de prostituirse, mas bien se trata de los condicionamientos para que un buen número de mujeres enfrenten circunstancias que las llevan a los prostíbulos. En el poema “Del Estercolero”, el poeta, conocedor y crítico de la sociedad, siguiendo el rastro de estas humanas determinaciones, continúa poetizando sobre este hecho:
Y flor que la furiosa ventolera / llevó del negro abismo a la amplia sombra
de los brazos del vicio fácil presa / se hundió en la charca y se bañó en su ola!...
Es así como el poeta social enjuicia la razón que ha acompañado a muchas mujeres empujadas a la venta de su cuerpo en procura de la subsistencia. Este tema ha sido tratado en varias investigaciones teóricas y estudios de campo. En el libro “Mujer y Prostitución”, de Margarita Cordero, así como en otros estudios, aparecen diversidad de testimonios de cómo muchas niñas, adolescentes y jóvenes cayeron, hasta ingenuamente, en esa vida: violaciones sexuales, violencia intrafamiliar, pobreza extrema, abandono de padres y madres, secuestros en prostíbulos (con el pretexto de que le iban a conseguir un trabajo en la capital) y otros formas de seducciones. Entonces, detrás de cada caso hay una historia, un drama humano.
Traemos, forzosamente, este tema porque en el nuevo Congreso que regirá a partir del próximo 16 de Agosto, dentro del 29% de mujeres que lo integrarán, estará Jacqueline Montero, una mujer que en cualquier momento de su vida ejerció la prostitución, y está marcada por historias de violencia. Saberla ya como parte del Poder Legislativo, ha generado, como habría de esperarse, una avalancha de opiniones disimiles, desafortunados, en buena parte.
Pienso que estos comentarios negativos o prejuiciados deberían ahorrarse, pues si esta mujer ha sido capaz de superarse hasta llegar a esa cúspide, ha de ser porque existe en ella la firme decisión de echar hacia adelante, y esto desde ya es un mérito que debe revertirse en un aliciente para las demás mujeres. Mal podemos convertirnos en censores y censoras de esta mujer por el hecho de que ocupará, en buena lid, una curul en el Congreso, pues ni la ley ni la Constitución dominicana se lo prohíben.
Además, el Congreso dominicano no ha estado exento de diputados que no lo honran ni lo honrarán jamás por más tiempo que pasen allí sentados, ya que muchos son los que desde allí han incursionado deliberadamente, no por presión, ni por engaño, en los más diversos delitos e inconductas: Violencia intrafamiliar, traficar con chinos, convivir con niñas menores de edad, negación de paternidad, posesión de varias amantes (teniendo sus esposas) riquezas cuyos orígenes no están transparentadas, entre otras tantas inconductas que denigran la función que desempeñan.
Nada se gana cono satanizar o emular la fuente de ningún pecado, basta con reconocerlo, no reincidir en lo mismo, y mas bien alejarse de él. No existen seres humanos liberados, en forma absoluta, de ninguna culpa, así lo precisó Jesús frente a la mujer pecadora casi al momento de ser apedreada por adúltera, pero nadie se atrevió a lanzarle las piedras, pues el Maestro los confrontó en su condición de pecadores. Cuando le dijo a la mujer “vete y no peques más” redimió sus faltas, no la condenó, pero le ordenó que cambiara de vida, se arrepintiera.
En lo personal, me siento representada en toda mujer que se esfuerza en progresar, y puede exhibir ante el mundo su éxito como un trofeo ganado a fuerza de luchar para vencer, para lo cual, seguramente, ha habido la conciencia de que trabajar con objetivos claros, y decisión perseverante, vale la pena. En este sentido felicito a Jacquelín, y le solicito y recomiendo que trate de no ser una más sentada en la curul, haciendo esfuerzo solo para levantar la mano.
El país estaría muy agradecido y recompensado, si esta nueva Diputada se traza la meta de ser una presencia activa, que eleve su voz para defender los más altos intereses de la República Dominicana, la Soberanía y el derecho a una sociedad decente y equitativa. Que sea una voz que se levante en el Congreso contra todo dispendio de los recursos nacionales que se suelen hacer desde el Congreso. Se precisa de Jacquelín, una actitud tal, que en la defensa de lo que apruebe o desapruebe, no vea intereses partidarios, sino intereses nacionales.
Por otra parte, las mujeres en el Congreso son la esperanza de las que no han podido llegar, por lo que esperamos que la Diputada Jacquelín Montero nunca olvide proyectar la conciencia de que es un producto derivado de la lucha de mujeres nacionales e internacionales contra la discriminación y los prejuicios de género. En ese sentido esperamos que ella sea de las primeras en argumentar y apoyar las propuestas que beneficien a las mujeres, y así imprima seguridad y confianza en que las mujeres deben apoyarse en las mujeres.
Ya es tiempo de que desde el Congreso se asuma un poco más la perspectiva de género, Jacquelíne puede ser la vocera idónea para promover proyectos de cara a la prevención de los feminicidios, a la desfeminización de la pobreza, y de programas sociales que vayan en ayuda de niñas, adolescentes y jóvenes lanzadas forzosamente a la prostitución, una vida que opera contra la dignidad de cualquier persona que la ejerza. Las mujeres dominicanas con su historia de trabajo y vocación de servicio, son dignas de mejor suerte, y no la de vender su cuerpo como medio de sobrevivencia.
Por si las criticas destructivas continuasen, y aunque así no fuera, vale la pena recordar algunos de los muy conocidos versos de Sor Juana Inés de la Cruz.
Hombres necios que acusáis / A la mujer sin razón,
Sin ver que sois la ocasión/ De lo mismo que culpáis
¿Cuál mayor culpa ha tenido /en una pasión errada,
La que cae de rogada / o el que rueda de caído?
¡Éxito Jacquelín, sigue mirando hacia el progreso, no olvides tu talante de mujer congresista, y jamás desdeñe tu compromiso con la perspectiva de género y la identidad nacional.
Melania Emeterio R.
Junio 2016