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miércoles, 20 de agosto de 2014

EL DOLOR DE UN HOMBRE - cuento del escritor - ROBERTO DIAZ

EL DOLOR DE UN HOMBRE

EL DOLOR EN SU FORMA MAS CRUEL, EL DOLOR EN UN ROSTRO HUMANO, EL DOLOR HECHO HOMBRE Y AGONIA, SUFRIMIENTO Y ANGUSTIA, SEPARACION Y OLVIDO, ESE TREMENDO DOLOR QUE NO SE PUEDE COMPARTIR, ESE QUE SE LLEVA EN EL ALMA Y SECA LA CONCIENCIA.
ESO ES DOLOR

En la fría mañana del 24 de diciembre del año 1840, todo estaba listo para que llegara al mundo un niño que recibiría el nombre de Armando, que era el nombre de su padre que lo heredó de su abuelo paterno, que a su vez había sido el de su tatarabuelo y de ahi para atrás se perdió la memoria de los Armando.

Mas de doce horas duró el alumbramiento, al fin, al filo de las doce de la noche , nacía la criatura, que era sostenido por la partera del lugar, era un hermoso varón que apenas había llorado al ingresar a este mundo, tal parece que sus lágrimas las reservó para el ocaso de su vida.

Un año mas tarde, también un 24 de diciembre, otra familia, de rica cuna ésta, recibía la feliz noticia del nacimiento de una preciosa niña , hija del matrimonio de José Antonio y María Elena, vecinos del mismo pueblo que Armando y Verónica, que así se llamaba la esposa de éste. La niña recibió el mismo nombre de su mama, María Elena.

Cuando el pequeño Armandito estaba en el Segundo grado, la niña María Elena comenzaba en el primero en la misma escuela, siete años tenía él y seis ella, pero había algo desconocido que unía a aquellas dos criaturas y siempre se encontraban a la entrada y la salida del aula.

Al padre de María Elena nunca le gusto la amistad de su pequeña con aquel niño que, aunque simpático, era de una familia muy humilde.

Pero a pesar del disgusto de los padres, la amistad entre los niños se consolidaba y ya, seis años después, por cuya razón el Señor José Antonio decidió, con la anuencia de María Elena su esposa, decidió mandarla a una escuela en Santa Clara, capital de la provincia de las Villas. Con el propósito de que se preparara para mas tarde hacer estudios universitarios, cosa esta no muy común en esa época.

Partió la niña con la tristeza de quien abandona algo muy querido y que quizás no volvería a ver jamás, y allá en una curva del camino un adolescente de 13 años enjugaba sus ojos con el dorso de su mano mientras contemplaba el paso del coche tirado por dos hermosos caballos, que conducía a la bella niña.

 Unos versos infantiles llenos de amargura fueron sacados del corazón de Armandito y quedaron impresos en la hoja de una libreta vieja.

  Hoy lloré, lloré de pena
Cuando se fue mi ilusion,
Pues se fue con María Elena
Parte de mi corazón.

PASARON CUATRO AÑOS

Pero la suerte había visitado a Armandito y un amigo de la familia le facilitó los estudios en la Ciudad de Santa Clara y cuatro años mas tarde volvían a encontrarse en la misma escuela donde estudiaba María Elena, aquella coincidencia provocó que la llamita nacida años atrás se convirtiera en fuego que les abrazaba el alma.

Y de Nuevo la musa de Armandito se inspiraba , esta vez lleno de planes para el futuro
pues María Elena le correspondía con la misma o mayor intensidad que en los días ya pasados, y ambos estaban seguros de que aquel amor nacido diez años atrás, esta vez los versos eran mas maduros y optimistas.

De Nuevo encontré a mi amor,
Y el deseo de vivir,
Me espera un mundo mejor
Y un próspero porvenir.

Solo pienso en el futuro
Un futuro entre los dos
En un mundo mas seguro .
Y bendecidos por Dios.

Durante dos meses se estuvieron encontrando en la casa de un primo de Armandito y aquel amor se consolidaba mas, por cuya razón cada día estaban mas confiados sin darse cuenta de que los padres de María Elena se mantenían al tanto del proceder de su hija
Así que, como dice un Viejo refrán, “la alegría en casa del pobre dura poco” y al enterarse los padres de María Elena de los amoríos de su hija decidieron enviarla para la casa de una tía ricachona que vivía en uno de los Repartos mas lujosos de la Capital del país, dicha tía se las ingenió para ocultar a la muchacha y evitar que Armando, a pesar de varios años de intento, jamás pudo volver a verla ni aun siquiera de lejos.

Aturdido y abrumado por el dolor de no poder ver a la mujer amada, decidió dejar los estudios y regresó a su pueblito natal, pero ya no buscaba la compañía de sus amigos de la infancia, no se reunía con nadie y su vida se fue tornando gris convirtiéndose de hecho
en un hombre solitario reducido al silencio que por propia voluntad se impuso.
Su vida perdió la fuerza vital de sus veinticuatro años, todos sus pensamientos estaban prendidos a la dulce María Elena, la mujer de sus sueños, la mujer que le conquistó la vida y le hizo vivir los días mas intensos de su existencia , recordaba a cada momento sus
negros cabellos, sus almendrados ojos también muy negros, su dulce sonrisa de labios de terciopelo que dejaban ver su blanca dentadura.

En las solitarias noches le parecía oir su voz comparándola con el susurro de las aguas del arroyo en su eterno correr, hacia lugares donde nunca él había puesto sus pies. ¿sería ese su destino? deslizarse como las aguas mansas eternamente, sin llegar a ningún lugar.
¿Le sucedería a él lo mismo que al barquito de Madera que cuando niño echó a la corriente y nunca mas volvió a ver? Y en su mente un pensamiento lo envolvía; ¡Hay! Miaría Elena como te recuerdo, y cuanto dolor hay en mi corazón, por que te aferras a mi mente y no puedo saber si en el mundo existe otro dolor tan grande como el mío.
RECORDANDO LOS AÑOS PASADOS

Enredado en sus pensamientos , medio dormido, tirado sobre un camastro, recordaba aquella vez en la campiña, montada ella sobre su caballo blanco, escapada de la mirada de sus padres cuando ella le dijo,

- Armando, a que no me alcanzas.

Y fustigando la noble bestia partió rauda por el sendero, camino del arroyo, sin pensarlo
Armando la siguió y unos doscientos metros mas adelante le dio alcance y la bella amazona sonreía plena de felicidad. Sujetó él las riendas de ambas bestias y la invitó a bajarse y otra vez la muchacha juguetona convidó al galán a una competencia, pero esta vez a pie.

- No María Elena, no debes correr puedes ensuciar tu ropa y vas a sudar mucho, hay un sol muy fuerte.
- ¿Asi que tienes miedo de perder?, mira si me alcanzas te doy un beso, ¿estás de acuerdo?

Armando se quedó petrificado, él amaba a María Elena con todo su corazón, pero por su mente jamás pasó la idea de que ella lo amara a él, ella era rica y él muy pobre y este mundo en que vivimos no está diseñado para esas cosas que mas bien ocurren en libros de cuentos.

 Bajó la cabeza y se mordió los labios hasta sentir dolor, el mismo que sentía su corazón ante la imposibilidad de que aquel sueño pudiera hacerse realidad, y y dejó volar su pensamiento y voló tan alto que que llegó allá a lo infinito, donde se ven las últimas estrellas y pensó que tal vez allí estaría Dios para escuchar sus dolorosas palabras. “DIOS MIO, ¿POR QUÉ SOY TAN POBRE?”

Ella comprendiendo su sufrimiento se le acercó y le dijo al oido.

- Armando, amor mío, no hace falta que me digas que me quieres, yo lo se, pero también te amo con toda mi alma.

Sus labios se unieron en un largo beso lleno de esa la juvenil pasión que penetra en el corazón de quienes aman de verdad..

 María Elena, mi amor, tengo un mal presentimiento, este beso nos ha marcado para toda la vida , pero creo que nos ha condenado a la separación.

De pronto se sintió como suspendido en el aire y al golpearse contra el piso de tierra de su choza, despertó de aquel sueño que muchas veces lo había visitado.

MUCHOS AÑOS MAS TARDES.

Pasaron muchos, muchos años, Armando nunca se casó , ni conoció otra mujer, se construyó un rancho en un lugar bien apartado lejos de todo y de todos convirtiéndose en un ermitaño un hombre sin amigos y sin familia.

Allá por el año 1910, un grupo de ecologistas y hombres de ciencia de la capital fueron a dar a la cabaña donde vivía un anciano , que según los vecinos del pueblo mas cercano, llevaba en aquel lugar mas de cuarenta años aunque nunca hablaba con nadie ni visitaba el pueblo y conocía toda la geografía de la zona como nadie.

Luego de las presentaciones pertinentes, estos visitantes comenzaron con una serie de preguntas aceca de la flora y la fauna y lugares que pudieran resultar de interés para sus investigaciones. Uno de los visitantes, portador de una cámara fotográfica le preguntó al ancaino:

- ¿Usted me permite que le haga un retrato?

- ¿Qué cosa es un retrato?, por que yo nunca oí hablar de eso.

- Si, como no, mire, el retrato se hace con este equipo que se llama cámara y recoge la imagen que tenga delante y luego se pasa a una cartulina y su rostro quedará plasmado en este lugar para siempre y así lo recordarán las personas que lo conocen.

El rostro del anciano era la mas viva expresión del dolor, la labor de tantos años de mutismo lo llevaba grabado en cada arruga de su rostro, ese dolor que le había quebrado la sonrisa y estrujado el corazón y lo había matado en vida cincuenta años atrás.

- Está bien, y ¿qué quieren ver en ese retrato?

- Su dolor Señor quiero retratar su dolor, pues nadie jamás ha podido recoger el dolor en un retrato.

- Bueno, si algún día puedo servir para algo, pues hágalo usted para que la gente vea lo feo que es el dolor.

El hombre tomó la primera foto que resultó ser la mas genuina representación del sufrimiento humano, en aquel rostro no se apreciaba el mas mínimo deseo de vivir.
Seguidamente el joven de la cámara le pregunta;

- Señor, ¿Usted se llama Armando, no es cierto?.

- Si hijo mío, asi es, me llamo Armando.

- Pues mire, yo me llamo igual que usted, y aunque no soy de este lugar mi abuela si era de aqui, se llamaba María Elena y me hablaba mucho de sus vivencias, ella tuvo tres hijas, hembras las tres, pero su sueño fue tener algún varón pero no lo logró, sin embargo cada una de sus tres hijas tuvo algún varón y a todos, por orden de mi abuela hubo que ponerles Armando.                                                        

Un cambio repentino se operó en el rostro del anciano, irguió su cabeza y los ojos , antes casi apagados, brillaron por un momento y sus labios olvidados de la sonrisa durante tantos años, dejaron ver una alegría lejana y perdida en el tiempo, y la cámara que seguía lista después de la primera foto, y ante el cambio tan radical en el rostro del anciano y como por un instinto premonitorio el fotógrafo apretó el obsturador y de nuevo funcionó la cámara, el hombre había sonreído y quizás aquella sonrisa también sería receptada por el equipo.

La entrevista terminó y los hombres de ciencia hicieron su trabajo orientados por Armando quien había resultado de una ayuda muy eficaz.

En el laboratorio le dijeron al joven fotógrafo que había un detalle en el rollo, pues aunque habían dos fotos del anciano solo una de ellas se proyectaba en la cartulina, nadie entendía por que sucedía aquello, era un caso insólito pero por mas que trataron fue imposible lograr una de ellas y la que se logró fue la primera, aquella que ofrecía el rostro doloroso del hombre solitario, así las cosas decidieron dejar todo como estaba y rescatar una de ellas y el rollo fue echado en un cajón de cosas viejas.

DE NUEVO PASARON LOS AÑOS Y LOS AÑOS

Transcurre el mes de octubre de 2006 y la anunciada exposición fotográfica ha abierto de par en par sus puertas al público que colma la lujosa sala de uno de los mas distinguidos hoteles de Miami Beach, se congregan allí los mas afamados fotógrafos profesionales de varios estados de la Unión y acuden al extraordinario evento las mas relevantes figuras del arte y la cultura que desfilan ante las bellas imagines recogidas para la historia por el lente de los apasionados cultures de la inmortalización de la belleza y la vida.

Afuera, unas cuadras mas allá, tres jovencitas discuten donde pasar un buen rato, la primera propone;

- Vamos al cine que hoy hay un filme de estreno.

Otra dice;

- No,,, vamos a tomar un helado

 La última, una trigueña de impresionante belleza de cabellos tan negros como la noche, ojos almendrados y negros , dulce sonrisa de labios de terciopelo que dejan ver una Hermosa y blanca dentadura y una voz cual murmullo de arroyuelo que dice;

- Vamos a la Exposición fotográfica.

- Pero, ¿por qué, … María Elena, tu eres pintora, no fotografa? Y que vamos a hacer allí, eso está lleno de gente.

- No, -dice con voz segura - dije que vamos a la exposición.

Al fin, ante tal determinación deciden entrar al salón a pesar de que apenas cabía un alma mas y para dar un paso había que pensarlo y delante de cada foto había grupos de personas dando sus criterios acerca de la calidad, el enfoque, la luz y todas esas cosas que dominan los profesionales. Casi todas eran fotos muy recientes tomadas precisamente para esta oportunidad y la mayoría eran de artistas bien reconocidos por el público, otras de naturaleza viva, paisajes pintorescos, animales, etc.

Y allá, en un rincón sin nadie que la mirara, una foto al parecer muy Antigua de un anciano con unas breves palabras al pie que decía;

- ¿Cúanto dolor es capaz de soportar un ser humano?

Esta foto reflejaba el dolor en su forma mas cruel, el dolor en un rostro humano, el dolor hecho hombre y agonía, sufrimiento y angustia, separación y olvido, ese tremendo dolor que no se puede compartir, ese que se lleva en el alma y seca la conciencia.

Era éste el único lugar que de momento se podia contemplar sin que otros molestaran, al mirar aquella foto del anciano una de las chicas reflexiona;

- Que cara tan triste la de ese hombre, ¿verdad?

- Dios mío, es cierto – dice la otra- y que viejito se ve, debe de tener mas de cien años.

 Mirando a María Elena que no había dicho nada, observan sus ojos llenos de lágrimas le dicen.

- Maria Elena, qué te ocurre, ¿estás llorando? ¿Para eso nos trajiste.aquí?.

- No se pero el rostro de ese anciano me da ganas de llorar, se ve que sufre mucho.

- Chica, pero si no es mas que una foto.

- No, no, te equivocas, ese hombre está sufriendo, o no se dan cuenta ustedes?.

Y sin poder contenerse rompe en sollozos que sus amigas tartan de disimular, pero sin éxito y una Buena parte de las personas presentes se dan cuenta y la rodean tratando de consolarla y apoyada en sus dos amigas se abren paso y salen a recibir el aire fresco de la noche miamense.

A la noche siguiente se van a otorgar los premios a las mejores fotos y María Elena
convence a sus amigas para que la acompañen de Nuevo a la exposición. Al filo de las
nueve llegan y en esta ocasion no queda espacio libre, pero logran entrar.y una de las amigas le dice;

- María Elena, vamos a tener que ir de Nuevo a ver la foto del viejito, mira como está el salon, no se puede dar un paso.

- Esta bien, vamos para allá

Pidiendo permiso a veces y empujando otras acceden hasta el lugar donde se encuentra la foto del anciano, pero a diferencia del día anterior, esta noche el cuadro del anciano es el que reúne la mayor cantidad de admiradores, pero un misterio se oculta tras el cristal que guarda la imagen, y el público presiente la magia que brota de aquella sonrisa que ilumina el rostro envejecido por los años y pueden admirar en la limpia mirada un ardor que no brilla en ninguna otra de las fotos de famosas y famosos y algo mas se presiente y es como si aquellos ojos estuvieran prendidos de alguien que llega en esos momentos y que la siguen con intensa alegría a cada paso.

 El encanto es completo, todos los rostros se viran para ver hacia donde se dirige aquella mirada y poco a poco se apartan para dar paso a la recién llegada.Una Hermosa trigueña de almendrados ojos muy negros, cabellos también muy oscuros y sonrisa de labios aterciopelados que descubren una blanca dentadura, se acerca con aire majestuoso hasta el cuadro que tanta atención ha provocado.

El silencio es total, nadie imagina lo que va a suceder , María  Elena se acerca y mirando fijamente a los ojos de aquel cuadro lleva la mano a sus labios, y en ella deposita un beso, un largo beso . . . dos lágrimas ruedan por sus mejillas y caen en sus dedos, sopla el beso con la suavidad de sus labios y apoya su mano en el cristal, las dos lágrimas quedan prendidas en la foto, precisamente en las mejillas del anciano y se deslizan suavemente dejando un surco de humedad a todo lo largo del rostro hasta caer y diluirse en el espacio antes de llegar al piso.

Una sola cámara funcionó en aquel instante y quedó para la historia la foto mas Hermosa de aquel rostro llorando de alegría mientras miraba, a travez de mas de cien años, por última vez el rostro de la mujer amada.
En aquel momento María Elena, con la voz entrecortada por la emoción, mirando al rostro del anciano dijo:

- ¡Ya eres feliz! ¡Descansa en paz!.

Aquel cuadro ganó el Primer Lugar del certamen.


Roberto Diaz