Propongo un curso que inventa su pedagogía a través de la creación, donde se acompaña a los más debutantes en la experiencia de la representación.
Me tomo todo mi tiempo sin olvidar que estamos apurados, porque como pedagogo sé que es necesario diferir el momento en que mis actores suban a escena, pero como teatrista comprendo que el arte de actuar sólo se consolida actuando.
No disocio el cuerpo de la palabra, porque la palabra se encuentra en el fondo del cuerpo y debemos nivelar ambos para que la palabra habite el movimiento, lo contrario y viceversa.
Este encuentro palabra-movimiento debe estar lo más cerca posible de la escritura. Hay que comprender de dónde sale la escritura. La escritura es un material vivo, orgánico, y no un vocabulario fijo dentro de la semántica, no existe una estructura gramatical oficial, cada quien tendrá luz verde para experimentar con el discurso. Tendremos sesiones de escritura para poner en juego las capacidades literarias de cada cual y tratar de entender lo que es escribir.
Entraremos en contacto con la danza, la música y el canto, no para ser vedettes, sino porque el rigor y la exigencia de otros medios de expresión centran al actor.
Le daré todo su espacio al ritmo, al tempo, al acento, sin neutralizaciones castrantes, pero teniendo en cuenta la precisión y la limpieza a la hora de pronunciar y entonar.
Seré el profesor titular, pero a lo largo de la temporada recibiremos la visita de muchos creadores e intérpretes que compartirán su experiencia profesional, porque la Verdad no puede ser dicha por una sola boca. Cada persona tiene su verdad e invito a cada actor a encontrar la suya. El teatro es equívoco, un método de enseñanza no puede recaer sobre un solo discurso, se trata de formar, no de formatear.
Como estoy convencido que enseñar es aprender dos veces, aprenderemos el Arte del Actor a través del aprendizaje del Arte Teatral.